09 marzo 2011

Acerca de Libia


Libia, la OTAN y los peligros de la confusión política

Guillermo Almeyra

(La Jornada, 27 de febrero de 2011)

Antes que nada, unos pocos datos históricos. La rebelión contra la colonización italiana unificó en Libia a las tribus beduinas y a los ocupantes de Cirenaica, en la mitad del país más cercana a Egipto, donde era muy influyente la secta fundamentalista y xenófoba de los Senoussi. Vencida Italia en la Segunda Guerra Mundial los ingleses pusieron en el poder al jefe de la secta, Idriss el Senoussi, como rey de Libia y, al igual que los estadounidenses, instalaron en el país una gran base naval y militar. El país en 1951 pasó a ser de hecho una colonia inglesa con un rey y formalmente independiente. Recién en 1957/58 se descubrió la riqueza petrolera líbica, que pasó de 700 mil toneladas exportadas en ese año a 122.5 millones en 1968 y cambió la estructura social y política del país. Eran los años del gran impulso del nacionalismo socializante árabe (con la revolución argelina) y del nacionalismo burgués árabe, con el nasserismo en Egipto y estaba candente la revolución palestina. Por otra parte, eran también los años de la Guerra Fría (de la guerra por el Canal de Suez, del aplastamiento de los consejos obreros húngaros en 1956 por la Unión Soviética, del aplastamiento de la independencia de Checoslovaquia y de su Partido Comunista en 1968). En 1969 un grupo heterogéneo de militares nacionalistas, dirigido por un beduino ex jefe de los servicios de inteligencia formado por los ingleses y anticomunista, el coronel Muammar Kadafi, derribó a la corrupta monarquía y poco después expulsó las bases imperialistas. Después, Kadafi eliminó del gobierno su ala marxistizante, que tuvo que emigrar, su ala nasserista y su ala derecha y asumió todo el poder y a partir de 1977 se mantiene depurando el ejército con continuas ejecuciones de oficiales.

A partir del bombardeo de Trípoli en 1986 por el gobierno de Reagan no queda nada de sus primeras posiciones islámicas de tercera vía. Es socio de la Fiat, de Infinvest y de grandes empresas italianas, suizas y francesas, es un puntal de la OTAN en la región y fue utilizado por ésta como garantía contra las rebeliones populares siempre latentes. Del intento de federarse con Sudán, Túnez, Argelia, Mauritania y hasta Egipto tampoco quedó nada; en cambio, jugó con la oposición de intereses entre el ENI (Ente Nazionale Idrocarburi) italiano y su empresa petrolera AGIP, por un lado, y las Siete Hermanas, encabezadas por la Shell y la Esso, del otro, lucha muy aguda que se libró sobre todo en Libia y costó la vida al fundador de la empresa italiana. Kadafi era y es un dictador corrupto y mesiánico sostenido por el imperialismo, y en la Unión Europea Berlusconi, literalmente, le besa la mano cuando Kadafi llega a Italia.

Es gravísimo, por lo tanto, confundir a Kadafi con Bolívar –como hizo en su momento Hugo Chávez– o apoyarlo cuando está masacrando indiscriminadamente a millares de libios, utilizando para eso, además de sus fieles en el ejército, a mercenarios africanos. La contradicción central no es entre la OTAN y Kadafi, supuesto defensor de la independencia de Libia y, en realidad, hombre de la OTAN en la región. Es entre la revolución democrática árabe y los gobiernos corruptos y agentes del imperialismo, como Ben Ali, Mubarak, Kadafi, Bouteflika o el rey de Marruecos. Cubrir a esos déspotas en crisis con la autoridad de la revolución cubana es desprestigiar a ésta ante los pueblos árabes, asociarla con dictadores. La identificación entre los gobiernos y los pueblos, la idea de que no existen en éstos divisiones de clases y conflictos políticos sino la ficción de una unidad nacional imposible en cualquier parte del mundo y el método que consiste en juzgar los acontecimientos por las declaraciones verbales de los gobernantes y no por la contradicción esencial entre éstos y sus víctimas, conducen inevitablemente a gravísimos errores y a ponerse de lado de las dictaduras (como hizo, por otra parte, una buena parte de la izquierda mundial y de los nacionalistas antiimperialistas con la sangrienta dictadura argentina durante la guerra de las Malvinas al dar su apoyo a la misma contra Inglaterra en vez de oponerse a las dos).