29 noviembre 2010

El hábito de la lectura y el cerebro

El hábito de la lectura modifica el funcionamiento del cerebro

PARIS, 11 Nov 2010 (AFP)

El aprendizaje de la lectura, un fenómeno demasiado reciente para haber influenciado en nuestra evolución genética, tiene un impacto importante sobre el cerebro, que adapta y utiliza, independientemente de la edad de la alfabetización, regiones cerebrales destinadas a otras funciones.

"No existe un sistema cerebral innato especializado en la lectura, tenemos que hacer una soldadura, utilizar sistemas que ya existen", explico a AFP Laurent Cohen, del Inserm (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia) y uno de los coordinadores, junto con Stanislas Dehaene, del estudio publicado en la revista "Science".

Los investigadores lograron medir, a través de una IRM (imagen por resonancia magnética), la actividad cerebral de 63 adultos voluntarios con diferentes índices de alfabetización: 10 analfabetos, 22 personas alfabetizadas en la edad adulta y 31 personas alfabetizadas en la infancia. El estudio fue hecho entre Brasil y Portugal.

Los adultos fueron sometidos a diferentes estímulos, tales como frases orales y escritas, palabras y rostros.

Los investigadores constataron que el impacto de la alfabetización sobre o cerebro "era mayor que los estudios anteriores daban a entender", y afecta tanto áreas visuales del cerebro así como sectores dedicados al habla.

"El aprendizaje de la lectura activa el sistema visual en las regiones especializadas en la forma escrita de las letras, lo que es normal, pero también en las regiones visuales primarias, donde llega toda la información visual", afirmó Cohen.

Así, para personas que aprenden a leer, las respuestas aumentan también en las regiones primitivas "cuando presentamos cuadros horizontales, ya que nuestra lectura es horizontal, pero no cuando presentamos cuadros verticales", según el especialista.

El cerebro recorre también las zonas especializadas en la lengua escrita, una vez que a lectura "activa el sistema del habla" para tomar consciencia de los sonidos, y permite "establecer relaciones entre el sistema visual y el sistema del habla, las letras escritas y los sonidos", destaco Cohen.

Aprender a leer, aún en la edad adulta, provoca en el cerebro una redistribución de una parte de sus recursos. De este modo, el reconocimiento visual de los objetos y de rostros cede parcialmente terreno a medida en que aprendemos a leer, y se disloca "parcialmente para el hemisferio derecho".

Los científicos aún no saben si aprender a leer tiene consecuencias negativas sobre nuestra capacidad de reconocimiento de rostros.

Los investigadores también constataron que a alfabetización en la edad adulta tiene el mismo impacto sobre el cerebro que el aprendizaje durante la infancia. En los adultos que aprenden a leer, "los cambios que esto provoca son casi las mismas" verificadas en personas que fueron alfabetizadas en la infancia.

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