23 febrero 2010

"MANIFIESTO": INTERROGANTES Y COMENTARIOS

1. Durante todo el 2010 y la primera mitad del 2011 estaremos inmersos en un activo y cambiante escenario electoral. De una u otra manera viviremos influenciados por esta coyuntura política que seguramente demandará opiniones, respuestas y proposiciones. Desde ya, la publicación del “Manifiesto ¡Por la gran transformación del Perú!” (17 enero 2010) es una de las primeras señales de este momento electoral.

Es indudable que el Perú necesita una gran transformación, un gran cambio social, que le permita edificar su futuro sobre bases y premisas radicalmente diferentes de las que lo han sustentado hasta hoy. Se trata, en esencia, de una reconstrucción peruana: social y nacional, popular y democrática, de abajo hacia arriba, extensa y profunda, creativa y sostenible, que debería abarcar todas las esferas, niveles y actividades de la vida nacional.

La misma actuación política podría ser, desde ahora, parte y expresión de esta reconstrucción peruana, que a la vez que contribuya a forjar una voluntad colectiva de transformación (movimiento social efectivo con programa político definido), sea asimismo una nueva forma ética e intelectual de ejercer la ciudadanía. Lo que debería implicar planteamientos, actitudes, lenguaje, estilos y métodos diferentes de participar en política.

2. Desde una apreciación formal en el “Manifiesto” se distinguen dos partes fundamentales: 1) las propuestas que se supone son las líneas directrices de la “gran transformación”, y 2) el apoyo a la candidatura presidencial de Ollanta Humala. Pero, desde una apreciación de campaña y coyuntura se distingue una sola: la adhesión de 26 intelectuales y políticos de “izquierda” a la aspiración presidencial del líder nacionalista.

Dado que los enunciados del documento son lineamientos bastante generales sobre aspectos importantes de la vida nacional, lo que se puede decir de ellos es también algo preliminar y sujeto a rectificaciones de acuerdo a las futuras precisiones que los adherentes al candidato nacionalista puedan hacer. Por lo tanto, habrá numerosas interrogantes y algunas apreciaciones que no pretenden erigirse en la verdad.

3. Considero que la encrucijada del Perú no es una encrucijada electoral sino histórica, y no consistiría en optar entre “profundizar la democracia” o “continuar con la imposición neoliberal”, sino en optar por prolongar nuestro destino de país colonial, largamente coactado y expropiado, o decidir la recuperación de nuestra autonomía económica, nuestro patrimonio natural y social, y nuestra identidad nacional.

El capitalismo en su experimento neoliberal se ha impuesto y desarrollado en nuestros países unas veces bajo gobiernos dictatoriales y otras bajo gobiernos escogidos electoralmente. Si bien el neoliberalismo es, por esencia, antidemocrático pues reprime y mutila la vida y el desarrollo de los pueblos, esto no quiere decir que no pueda coexistir con ciertos regímenes de derechos restringidos, incluso reconocidos como democráticos.

Por ello, ¿debemos profundizar la democracia actual (que es una democracia incompleta y hasta cierto punto falsa) o, más bien, debemos construir una democracia diferente? Democracia participativa, efectiva, directa, que haga a los pueblos conscientes de sus derechos, de sus potencialidades y sus capacidades, y que los convierta en dueños y constructores de su propio destino.

4. ¿Puede ser la base de esta gran transformación una “economía nacional de mercado abierta al mundo”? ¿Se puede detener o suprimir la imposición neoliberal por la “expansión sostenida de la inversión privada nacional” (1) (¿Romero, Benavides de la Quintana, Bustamante, Wong, u otros inversionistas nacionales con menor peso económico?) y con “mecanismos de financiamiento basados en el mercado de capitales”? (2)

¿Se podrá recuperar el “control nacional de los recursos naturales” sin colisionar explícitamente (no lo precisa el documento) con el sistema de propiedad que actualmente favorece la actividad depredadora del capital transnacional? ¿Se podrá promover una “nueva industrialización” sin desmontar los mecanismos erigidos en función del dogma económico neoliberal?

La idea de desarrollar el mercado interno e integrar la economía nacional es acertada. Pero, ¿qué fuerzas y grupos económicos dirigirán y se beneficiarán de este proceso? ¿Se continuará favoreciendo a los nuevos terratenientes y acaparadores de tierras y productos? ¿Cuál será el rol y qué orden de prioridad en el proceso productivo nacional tendrá la comunidad campesina de las zonas rurales de la costa y sierra, y las comunidades nativas de la amazonía?

5. ¿Cuál será la estructura política que lleve adelante la gran transformación? ¿El Estado actual maquillado, pero siempre frondoso, enmarañado y burocratizado? ¿Un régimen presidencialista a ultranza como el actual, en el que el presidente de la república, los presidentes regionales y los alcaldes tienen poderes prácticamente omnímodos, y en el que en los hechos no pueden ser fiscalizados por los ciudadanos?

¿Un sistema de poderes e instituciones que funcionan como reinos independientes o dependencias del Ejecutivo, y a la vez se traban y anulan entre sí al momento de ejecutar sus decisiones? ¿Una representación legislativa que le da las espaldas a la ciudadanía y se dedica a medrar del presupuesto público apenas asume su mandato? ¿Una organización política centralista, presidencialista y burocrática en el fondo, aunque aparezca como descentralizada (departamentalista) en la forma?

El Estado de una democracia participativa debería ser esencialmente diferente. Pero para que esta democracia sea efectiva y sustentable – desde el nivel local al nacional, y pueda garantizar la posibilidad del cambio - tendría que ser expresión de una etapa avanzada de la lucha popular y la organización social de base. Lo que por ahora está en proceso y requiere – a mi entender – todavía un período de maduración (coordinación, concertación, unidad programática y dirección política colectiva).

6. ¿Un “nuevo Gobierno Democrático Nacional y Progresista y una Nueva Constitución” serán las herramientas de la gran transformación? En las elecciones del 2011 ¿qué garantía tiene la ciudadanía que con el sistema electoral vigente y la crisis (y vicios) de los partidos políticos (incluido el Partido Nacionalista Peruano) se pueda hacer efectiva la renovación de la política y de los políticos que hoy es necesaria?

En el supuesto que en los próximos comicios fuera electo un candidato con programa de propuestas democráticas y populares, o que en un plazo no muy lejano fuera posible una nueva Constitución que estipule esas reivindicaciones, ¿sobre qué fuerzas sociales y políticas efectivas se podrán sustentar las decisiones del nuevo gobierno, o se podrá convertir la letra de la nueva Constitución en una nueva realidad?

7. Parte del dogma neoliberal es haber hecho de la Economía una especie de entelequia ante cuyo altar deben sacrificarse silenciosamente decenas de miles de marginados y excluidos. ¿Se puede seguir atendiendo a estas mayorías nacionales (respecto a su salud, alimentación, educación, vivienda, empleo, etc.) como asunto de políticas sociales o reformas sectoriales?

¿Es posible construir una economía diferente sin el hombre o contra el hombre? Un cambio social que pretenda ser tal debería desarrollar - de manera prioritaria, planificada y sostenida - una política de Estado de desarrollo humano (con énfasis en el desarrollo infantil), que debería convertirse en el tema central y dirigente de toda la sociedad y la actividad productiva nacional (desarrollo económico para el desarrollo humano).

8. Ciertamente, la corrupción es un problema prioritario, y puede requerir “la construcción de una identidad común que desarrolle el amor por lo nuestro”. Pero ¿puede desligarse de la lucha contra ella, por un lado, el tema de la pobreza, el desempleo y subempleo, y, por otro lado, el tema del capitalismo neoliberal y su cultura de lucro desmedido que han exacerbado hasta límites inauditos el soborno y la especulación fraudulenta?


Finalmente, algunas palabras sobre el apoyo a la candidatura del ciudadano Ollanta Humala.

9. A mi criterio el proceso que puede llevar al pueblo peruano por un rumbo distinto al destino colonial que lo precede, implica la construcción de un movimiento nacional popular en marcha al socialismo (juntas vecinales y comunales, instituciones democráticas, organismos gremiales, movimientos políticos, etc.) con orientación y programa políticos claros, y presencia efectiva y decisoria en la dinámica social del país.

Yo considero que este movimiento está aún en proceso de formación, y en un momento de tránsito desde sus fases iniciales hacía una etapa intermedia de coordinación y organización. Asumiendo que la constitución o convergencia de este movimiento es la garantía posible de una transformación social, se trata de contribuir a su construcción aportando precisamente los elementos que creemos pueden ser los gérmenes de una renovación o reconstrucción del Perú.

En este sentido, uno de los vicios más recurrentes de nuestro pasado y presente político ha sido y sigue siendo el caudillismo que ha jalonado los diferentes momentos de nuestra historia republicana. “Una profunda renovación de la política”, como dice el documento, debería significar apostar desde ahora (y a tiempo) no por un liderazgo individualista y autoritario, sino por un liderazgo colectivo y democrático.

Otro de los vicios tradicionales de la política nacional ha sido la conformación improvisada y oportunística de los movimientos y partidos políticos, erigidos para sostener y alimentar las aspiraciones de un caudillo. Ni en la gestación, surgimiento y desarrollo del Partido Nacionalista Peruano y su dirigencia se aprecian claros y definidos antecedentes revocatorios de esta práctica.

La innecesaria revuelta del sur, cuando ya la repulsa ciudadana había arrinconado a la dictadura corrupta y ésta empezaba a desmoronarse, la organización de las bases nacionalistas a partir de reservistas en campaña agitando el semanario “Ollanta”, el etnocacerismo como doctrina política, la absurda asonada de Andahuaylas, el triste espectáculo de arribistas conformando una lista congresal a la medida de sus apetitos, son algunos de los referentes que el PNP y su líder no puede presentar como credencial de una renovación política.

¿Por qué confiar entonces la conducción de la gran transformación a una persona que actúa como aparente portador de alguna predestinación mesiánica, cuya formación castrense y jerárquica no asimila todavía las formas de la civilidad y el diálogo entre iguales? ¿Por qué confiar en alguien en cuyo entorno nadie cuestiona la poca legitimidad democrática de su liderazgo, y quien además balbucea cuando se le pregunta sobre los grandes problemas nacionales y calla o evade cuando se le interroga sobre su patrimonio y sus ingresos?

10. Si las proposiciones de los 26 firmantes del “Manifiesto ¡Por la gran transformación del Perú!” dejan numerosas interrogantes al esbozar los lineamientos del cambio, su adhesión a la candidatura del líder nacionalista (“…quien representa los ideales de la gran transformación que nuestra patria requiere y la unidad de las fuerzas que anhelan construir la democracia y la Nación peruanas.” - el documento no dice adhesión al PNP o su programa-), además de otras tantas interrogantes, deja un notorio vacío en la comprensión del comportamiento político y la tarea histórica que le debería corresponder a los intelectuales democráticos y progresistas en un proyecto de reconstrucción peruana.

¿Se podrá construir algo esencialmente diferente alineándose detrás de un liderazgo caudillista y de un movimiento aún confuso en sus objetivos, lineamientos y procedimientos, atribuyéndoles sin mayor fundamentación la representación de todo el pueblo que aspira al cambio social? ¿Será ésta la mejor manera de contribuir a una renovación profunda de la política peruana? El desarrollo de los acontecimientos seguramente aclarará estas interrogantes.

GRGCH

12 FEB 2010


(1) Félix Jiménez: Acerca del debate sobre el modelo neoliberal. 05Feb2010. http://felixjimenez.blogspot.com/

(2) Ibidem.