19 marzo 2007

Aprender o aprobar en la Universidad

Desde hace un tiempo atrás es notorio un cambio sustancial en los objetivos del alumnado en las diferentes universidades del país, si otrora el objetivo de los universitarios era aprender ahora el objetivo es aprobar.

Para algunos no habrá diferencia entre uno u otro objetivo, trataremos de analizar el problema.

Si el objetivo en aprender, entonces el alumno se esfuerza por captar lo expuesto en clase, estudiarlo fuera de ella, buscar bibliografía y despejar interrogantes consultando al profesor del curso. Si el calificativo final es desaprobatorio y el alumno sabe que es el que le corresponde a lo que respondió en su prueba, entonces reconocerá que lo aprendido por su persona es insuficiente y que deberá llevar nuevamente el curso para aprender lo que no capto es esta ocasión.

La descrita no es la actitud de la mayoría de los alumnos en la actualidad, el conjunto mayoritario de alumnos se ha trazado como único objetivo el aprobar el curso. Para alcanzar este objetivo, el alumno recurre a un gran número de artificios, algunos de ellos son:
-copiar del compañero a la hora de la prueba
-solicitar permiso para ir a los servicios higiénicos, habiéndose puesto de acuerdo con sus amigos a fin de sacar la prueba, que esta sea resuelta en grupo fuera del aula y luego introducir la solución por la ventana o por medio de otro colega que también solicita usar los servicios higiénicos.
-sentarse en lugar estratégico a fin de circular una copia de la solución de algún ejercicio entre un grupo de alumnos.
-fingir tener alguna duda en un ejercicio para distraer al profesor mientras otro grupo intercambia soluciones.
-formar grupo de trabajo para que otros trabajen por uno aunque al final la nota sea para todos.
Etcétera

Cuando se hizo todo ello y aún así el resultado es una nota desaprobatoria, entonces aún le queda al alumno solicitar al profesor que le aumente la nota, que le tome un oral, que le encomiende alguna tarea o aún el soborno.

Un alumno que no ha logrado aprender lo necesario para alcanzar un calificativo aprobatorio y aún así termina siendo aprobado por cualquiera de los artificios descritos (o algún otro producto de la creatividad estudiantil), es evidente que no habrá cubierto los requisitos para llevar, con base de conocimientos, el curso siguiente y constantemente estará en esta situación. Al concluir la carrera tendrá posiblemente el diploma de bachiller pero también tendrá amplias lagunas en sus conocimientos, y dudosamente podrá labrarse un porvenir en un centro laboral donde se necesite aplicar los conocimientos que no tiene.


Lamentablemente, existen docentes que apoyan este tipo de proceder, cediendo constantemente ante los requerimientos de los alumnos en el sentido del mínimo esfuerzo académico, de esta manera se baja el nivel del curso aunque eso signifique que los objetivos del mismo no se cumplan.

El facilismo no resuelve ningún problema, sólo lo soslaya.

En distintos medios universitarios se ha publicado el porcentaje de repitencias en un mismo curso y este varía según la carrera pero en general la mayoría del alumnado repite un curso por lo menos una vez.

Este es sólo un indicativo de que el facilismo no resuelve nada y que el pragmatismo del alumnado que busca aprobar a cualquier costo, aún sin haber aprendido el curso, no conduce sino a la mediocridad.

¿Por qué el estudiantado mayoritariamente opta por esta posición?. Quizá porque el principal educador sea el ejemplo, y lo que se ve es gente que ha delinquido y mentido públicamente, y aún así ejerce posiciones de máxima jerarquía en el país y goza de posiciones acomodadas fruto de su cinismo. La juventud saca como consecuencia que lo importante para triunfar en la vida no es esforzarse para ampliar los conocimientos sino ser arribista y pisotear a los demás en pro de sus intereses.